EN BUSQUEDA DE LA ARQUITECTURA ESPAÑOLA
Torres Balbás escribe numerosos artículos sobre arquitectura histórica de Castilla o del norte de España, zonas que él había visitado en sus constantes viajes.
En estas visitas, el arquitecto se centraba en sus cuadernos de campo en los que recogía innumerables notas sobre los monumentos y dibujaba con croquis sencillos la distribución de una planta o detalles de un hueco o una moldura.
Otras veces realizaba viajes minuciosamente preparados para obtener documentación de los monumentos de una región. Estas prácticas, en una época en que la transmisión de imágenes era aún muy precaria, le darían un conocimiento empírico de nuestra arquitectura histórica muy apropiado para iniciar su labor de estudio.
El estudio que hace de los edificios parte de una visión positivista, comparando los monumentos mediante su clasificación tipológica, siguiendo de esta forma la ruta abierta en la historiografía española por Vicente Lampérez y Romea. Pero además pretendía rescatar del olvido algunos edificios, consciente de que era la única forma de salvarlos. Este sentido tiene la serie de artículos que publica en la revista Arquitectura con el título genérico "Rincones inéditos de antigua arquitectura española".
Los claustros románicos, los peculiares cimborrios de algunas de nuestras catedrales, las murallas y fortalezas, las torres y casas fuertes montañesas, la arquitectura barroca gallega, serán algunos de los puntos de atención de esta época, alternando el estudio tipológico con el del edificio único y extendiéndose a veces al conjunto urbano, en un antecedente de lo que posteriormente serían sus estudios sobre urbanismo histórico.
El trabajo de Torres Balbás sobre arquitectura popular fue el primer estudio extensivo sobre esa materia en España, abriendo una vía de estudio que seguirían otros arquitectos como Fernando García Mercada
PREMIOS Y NOMBRAMIENTOS OFICIALES
Su afición al estudio de la arquitectura histórica le hizo presentarse al concurso del Círculo de Bellas Artes para la redacción de un estudio monográfico sobre monumentos españoles, en el que obtuvo el
primer premio con un estudio sobre el monasterio de Monsalud, en Córcoles (Guadalajara), lo que le valió ser nombrado socio de honor de esa institución,
A partir de 1918 desempeña el cargo de Secretario de la Sociedad Central de Arquitectos de Madrid. Forma parte de la primera redacción de la revista "Arquitectura" , junto a Gustavo Fernández Balbuena, Teodoro de Anasagasti y Roberto Fernández Balbuena. Participó exhaustivamente en la confección de cada número. Además de los veinticinco editoriales, escribió sesenta y cuatro artículos en ese período, sin contar los que publicó en otras revistas y periódicos. Torres Balbás fue casi el único teórico español de la arquitectura de los años veinte, siendo de los pocos que mantenían la mente y las ideas claras en medio del confusionismo cultural reinante.
Cuando su nombramiento como arquitecto conservador de la Alhambra le hizo alejarse de la capital de España, desempeñó entre 1923 y 1925 la función de Delegado de Publicaciones. La colaboración de Torres Balbás en la revista Arquitectura inicia un camino de investigación y difusión de la arquitectura que ya no habría de interrumpir nunca en su vida.
En junio de 1919 fue nombrado académico correspondiente por Santander de la Real Academia de la Historia, tras ser propuesto por José Ramón Mélida, Antonio Blázquez y Vicente Lampérez y Romea.
LA APORTACIÓN A LA TEORÍA DE LA CONSERVACIÓN Y RESTAURACIÓN.
En el campo de la conservación del patrimonio arquitectónico, Torres Balbás escribirá en este período lo que puede calificarse como la mayor contribución a esta materia en nuestro país. Desde 1918 hasta 1923 van apareciendo en la revista "Arquitectura" artículos en los que critica las actuaciones que eran norma en esta época y expresa unos nuevos conceptos que reflejan las corrientes innovadoras que se estaban originando en Europa.
Esta faceta de su producción teórica se extenderá hasta 1923, año en que al ser nombrado Arquitecto Conservador de la Alhambra, abandonará esta labor para centrarse en la práctica de la conservación de éste y otros monumentos. Diez años más tarde, en 1933, publicará una serie de artículos que serán una revisión de sus conceptos y una presentación de la práctica de la conservación en España.
La nueva actitud que Torres Balbás expresa supone una reacción contra el modo tradicional de actuación, que reivindicando sus raíces en Viollet-le-Duc, era defendido en España por la mayor parte de los arquitectos restauradores, encabezados por Vicente Lampérez y Romea. Esta corriente, denominada "restauradora", perseguía la unidad de estilo en el monumento, para lo cual consideraba legítimo tanto la destrucción de obras posteriores como la reconstrucción de elementos desaparecidos o incluso nunca existentes:
"Restaurar un edificio antiguo es volver a construir
sus partes arruinadas o a punto de arruinarse en el
mismo estilo arquitectónico original"
Torres Balbás parte de la crítica a la práctica habitual y a sus criterios rectores:
"La restauración o reconstrucción (...) falsea por completo los monumentos
que la padecen. Trata de borrar la acción del tiempo que ha ido añadiendo a
cada antigua construcción obras a veces de gran interés y belleza, para darle
un aspecto teórico, abstracto, desprovisto de vida. Intenta engañar, prestando
a los elementos añadidos, que no pueden tener nunca el mismo valor que los
antiguos, formas semejantes a éstos, desorientando e induciendo a error con
ello al arqueólogo, sin satisfacer al artista, se basa sobre estudios personales,
siempre discutibles y sometidos con gran frecuencia al error. Hace perder
su carácter de autenticidad al monumento, convirtiéndolo en lo que es un
vaciado respecto a al original"
.
Frente a ello la propuesta es clara: "Conservar los edificios tal como nos han sido transmitidos, preservarlos de la ruina, sostenerlos, consolidarlos, siempre con un gran respeto a la obra antigua; nunca completarlos ni rehacer las partes existentes"
La nueva corriente que Torres Balbás introduce con sus escritos es, sin negar ciertas raíces en las posturas de Ruskin y en la crítica de literatos y arqueólogos a las restauraciones, una apuesta por las nuevas corrientes racionalistas, aplicadas al aspecto concreto de la intervención sobre la arquitectura histórica. Éste es el debate real que se produce en torno a los años veinte: una práctica mayoritaria aferrada al eclecticismo romántico se defiende de los ataques de una minoría vanguardista que, con criterios modernos, aplica a la arquitectura histórica las orientaciones que estaban naciendo desde las posturas racionalistas. El entendimiento no puede darse entre quienes hablan de la "unidad" del monumento con lenguaje del pasado y quienes, con palabras de futuro, piensan en términos de diseño moderno, utilización y racionalidad económica.
La opción por el diseño moderno y el rechazo de la proyectación historicista es evidente: "En algunos monumentos puede llegar a ser de absoluta necesidad realizar obra nueva para que no perezcan. En tal caso lo natural, lo lógico, es hacer esa obra con materiales modernos y en un estilo moderno, como se realizó siempre hasta nuestros tiempos de restauraciones.
Ha de permanecer vivo el monumento, en uso, porque tan sólo
así puede subsistir y cumplir su función social.
Bibliografía:
- http://www.iaph.es/export/sites/default/galerias/publicaciones/otras-publicaciones/documentos/balbasdf.pdf
- www.ipah.es
- http://es.wikipedia.org/wiki/Leopoldo_Torres_Balb%C3%A1s
-Imágenes :http://www.uco.es/arte/revista/estudio-conservacionismo-sincretico-leopoldo-torres-balbas.html
Redactado por: Jesús Romero Forrat
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