La
figura de Leopoldo Torres Balbás representa, sin ninguna duda, uno
de los más firmes pilares en el campo de la práctica restauradora
de edificios de la España de la primera mitad del siglo XX. Es
decir, un tiempo en el que los monumentos históricos, en el mejor de
los casos, se reparaban para que fueran subsistiendo, porque apenas
se concebía la restauración patrimonial como hoy la entendemos.
Es
más, cuando de un monumento verdaderamente singular se trataba
-valorado entonces por su interés artístico o su significación
patriótica- se optaba por intervenciones de alto calado, que en el
fondo pretendían mejorar el original y, en cierto modo, casi
recrearlo desde la ensoñación y la evocación romántica.
Torres
Balbás, educado en los principios de la Institución Libre de
Enseñanza, sintió desde muy joven una enorme atracción por el
patrimonio histórico de su país, involucrándose de lleno en su
estudio y conservación. Su vida es la de un estudioso del arte, de
enorme erudición, que se hizo arquitecto -según el mismo reconoce
en su discurso
de
ingreso en la Academia de la Historia-.
“Para consagrarme al estudio
y conservación con la autoridad
técnica -oficial, a lo menos- que
ese título podía darme”.
Bibliografía:
- http://www.iaph.es/export/sites/default/galerias/publicaciones/otras-publicaciones/documentos/balbasdf.pdf
- www.ipah.es
Redactado por: Jesús Romero Forrat
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